viernes, 9 de diciembre de 2016

El graffiti en España


EL GRAFFITI EN ESPAÑA

En España, a principios de los años ochenta, concretamente entre 1980 y 1981, comienza la historia del graffiti como tal.

El ejemplo más significativo de popularización del graffiti en España puede centrarse en el desarrollo de los llamados escritores autóctonos de Madrid o los “Flecheros madrileños” que, fuera de toda influencia del graffiti original neoyorkino, encontraron en Muelle un ejemplo a seguir como pionero en el arte de escribir en la calle en el Madrid de los años ochenta. Pero es una etapa bastante confusa, es cierto que comienza a existir el graffiti, pero la verdad es que ninguno de estos escritores tiene mucho que ver con la cultura hip hop.

El primer grafitero en España es Juan Carlos Argüello “Muelle”. Muelle se impuso en el Madrid de los años ochenta sólo por su apodo convertido en rúbrica, una firma donde no había demasiados propósitos artísticos. La espiral terminada en punta de flecha que hacía de vector a la lectura bajo las letras, no era apropiadamente un dibujo, sino un recurso caligráfico bastante elemental.

A la larga, no tuvo mucha fortuna en aquello de colocar su creación, tener un galerista, probar con otros soportes. Soñaba Muelle con derechos de autor, con tener un buen local y mejores instrumentos para ensayar con sus colegas del grupo de rock donde tocaba; soñaba con poder hacer en una imprenta de verdad aquellas pegatinas que esmeradamente coloreaba a mano, y soñaba buscando incansablemente el muro limpio que se viera bien al pasar. Sus cálculos en las estaciones del metro le crearon enemigos, tanto entre el funcionario del metropolitano como entre los propios chicos del grafito, pues había quien iba detrás para emborronar la obra o algún imitador, que siempre detectaba.

Lo que Muelle no previó jamás es que su firma se iba a quedar como parte de una geografía de la que se participa sin conciencia y con mucha prisa. La firma de Muelle se ve pero no se mira. Con algo de buena voluntad, algo habrá de conservar, que hoy, arrancar trozos de muro pintarrajeados y guardarlos, tras lo de Berlín, no resulta nada raro. El que tenga un Muelle que lo cuide. Ya no habrá más.

Muelle muere en 1995 con sólo 29 años y, ese reconocimiento tan generalizado llegó tras su muerte.

Nuevamente, la moda y los medios es lo que manda, a partir de 1998 y 1999, nuevamente, el graffiti se expande como expresión artística y surgen varios grupos de graffiti en varias ciudades como Sevilla, Salamanca, Alicante o Barcelona, amén de la consolidación en Madrid. En estos momentos tenemos grandes artistas consolidados que van haciendo viajes de un lugar a otro de España, incluso Estados Unidos, para ir adaptándose a los nuevos tiempos y los nuevos estilos, como hizo “SLK” en Sevilla, hoy por hoy uno de los escritores más consolidados del panorama actual.
Muelle


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