viernes, 9 de diciembre de 2016

¿Cómo surgió?


Las primeras muestras de pintura mural se remontan a la época prehistórica, pero la historia de la modalidad de graffiti característica del metro de Nueva York se inicia, según el parecer general, a finales de los años 60, cuando un jóven de Washington Heights llamado Demetrius empezó a escribir su apodo, Taki, y el número de su calle, 183, en las paredes, en las marquesinas de los autobuses, en lugares públicos y, sobre todo, en las estaciones del metro de todo Manhattan.

El término graffiti es de procedencia italiana, su plural es graffiti, no graffitis, en español se diría grafitos (letrero o dibujo trazado o garabateado en paredes y otras superficies de carácter popular y ocasional).


Ya los romanos pintaban las paredes con protestas por un incontenible deseo de compartirlas con sus ciudadanos, pero esto no es todo, ya que sabemos que tiene antecedentes más remotos en el tiempo, escribir sobre los muros es un impulso tan antiguo como los indicios de racionalidad del ser humano. Las representaciones de animales, de escenas de caza, etc., no tenían otro objetivo que el de satisfacer uno de los más ancestrales instintos del hombre: comunicarse.

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Hasta el siglo XIV la pared ha sido uno de los principales soportes de la producción artística. Sin embargo, en la actualidad, éste no es un espacio creativo libre, sino un espacio clausurado por el poder que históricamente se ha reservado su usufructo. Tanto es así que este fenómeno espontáneo ha llegado a interpretarse como una amenaza, una transgresión. Podría decirse que la ley ha prohibido el libre acceso al mayor lienzo del mundo y, precisamente por eso, éste se ha llenado de trazos incontrolables, extendiéndose a todo tipo de superficies. El muro y sus extensiones metonímicas (puertas, mobiliario urbano, vagones, autobuses…) pasan a ser el soporte de lo que venimos hablando: el graffiti.

Es concretamente a finales de los sesenta cuando los concienciados activistas políticos y los no tan concienciados miembros de las gangs (las bandas callejeras) retoman este antiguo método de comunicación de escribir en los muros: los primeros para hacer públicas sus protestas y los segundos para delimitar su territorio.

Poco después en la ciudad norteamericana de Philadelphia el bombing (bombardear, acto de pintar el nombre por todas partes) sienta los primeros antecedentes del graffiti tal y como hoy lo conocemos: Bombardeo de jóvenes artistas de las paredes de la ciudad con su nombre o apodo con la finalidad de llamar la atención de la sociedad y de los medios. Pronto esto evolucionó y se trasladó a la parte sur del barrio neoyorkino del Bronx (SouthBronx), donde el arte del writing (escribir en paredes y vagones) toma la morfología definitiva de diálogo con la sociedad en general. Va a ser ahí, en Nueva York, donde se desarrolle plenamente esta cultura y evolucione hasta donde hoy la conocemos.

Desde las primeras firmas sencillas sin gusto de Taki 183, pasando por una serie de estilos en las siguientes generaciones de escritores, los “tags” evolucionaron de manera considerable pasando por formas como las “bubble letters”, las “block letters” y llegando hasta estilos tan complejos como el “wild style”. Desde la época de apogeo inicial, la primera crisis, el posterior resurgimiento y su consolidamiento final, el graffiti pasa por varias etapas en las que tanto factores externos, como la propia actitud de sus integrantes jugarán un papel fundamental en el carácter del movimiento en cada lugar y momento determinados.

A finales de los sesenta los adolescentes en la ciudad de Nueva York empezaron a escribir sus nombres en las paredes de sus barrios, aunque en realidad utilizaban pseudónimos, creandose así una identidad propia en la calle. Estos chicos escribían para sus amigos o incluso para sus enemigos.

Lo que principalmente comenzó en las paredes de Nueva York como unos simples garabatos, pasaría a los vagones del metropolitano de la misma ciudad y será allí donde se desarrolle realmente lo que hoy conocemos como graffiti.

Se podría denominar como un factor común en todos los escritores del metro el concepto de competición que existía por la búsqueda de captar la atención de los usuarios del metropolitano así como de los escritores rivales. Esto les llevó a desarrollar nuevos recursos que intentarán impresionar por su originalidad o por su cantidad para resaltar sobre el resto. De esta manera, el graffiti evolucionaría de manera inconsciente en poco tiempo. Tal fue el grado de intervención del graffiti en los vagones que hoy nadie puede relatar la historia del metro neoyorkino sin dedicar un capítulo a sus pintadas.

Y así fue como el graffiti comenzará a pasar por varias etapa como: etapa de gestación, etapa de guerra de estilos, etapa de supervivencia...


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